Cuando los Edificios Soñaban con Ser Dibujos Animados
Un Viaje Nostálgico por la Exagerada Arquitectura Comercial de los 90
Ah, los años 90. Una época en la que la moda incluía hombreras gigantes, los teléfonos móviles parecían ladrillos y la arquitectura… bueno, la arquitectura comercial decidió que ser sutil era sobrevalorado. Edificios voluminosos, colores estridentes y, sí, personajes animados decorando las fachadas como si de una caricatura se tratase. ¿Qué pasó con esa era de excesos arquitectónicos? Vamos a desempolvar el álbum de fotos y recordar con una sonrisa (y quizás un ligero rubor) aquellos monumentos al exceso.
¿Por Qué Nos Gustó Tanto?
Porque eran tiempos en los que todo parecía posible y la palabra “demasiado” no estaba en el vocabulario. Queríamos edificios que nos hicieran sentir dentro de una película de fantasía, que fueran experiencias en sí mismos. Era el auge de la cultura pop, y la arquitectura comercial decidió subirse al carro con entusiasmo desmedido.
¿Qué Pasó?
La resaca del milenio trajo consigo una búsqueda de lo minimalista y funcional. De repente, esos edificios que antes nos maravillaban empezaron a parecernos un poco… exagerados. Como ese peinado alocado que llevábamos en la adolescencia y que ahora preferimos olvidar. La economía cambió, las modas evolucionaron y la arquitectura comercial decidió que tal vez era hora de volver a la sobriedad.
¿Cómo olvidar estas Experiencias?
El Planet Hollywood
Entrar al Planet Hollywood era como pasear por el set de tu película favorita, solo que con más luces de neón y precios inflados. Las paredes cubiertas de memorabilia te hacían sentir parte del glamour de Hollywood, aunque tuvieras que esperar una hora por una mesa. El menú ofrecía platos con nombres de estrellas de cine que, sinceramente, sabían igual que en cualquier otro lugar, pero ¿quién podía resistirse a comer una “Ensalada Schwarzenegger”?
Rainforest Café
Porque nada dice “buena comida” como una tormenta tropical simulada cada 20 minutos. Los niños adoraban a los animales animatrónicos que se movían de forma ligeramente perturbadora, mientras los padres se preguntaban si ese ruido constante era parte del encanto o una estrategia para que comieras rápido y liberaras la mesa. La comida estaba bien, pero admitámoslo, ibas por la experiencia de sentirte en medio de la jungla sin salir del centro comercial.
Las Tiendas Gigantes de M&M’s
Una catedral dedicada al dios del chocolate. Cuatro pisos repletos de mercancía que nunca supiste que necesitabas: cojines, tazas, camisetas y, por supuesto, toneladas de M&M’s de todos los colores imaginables. Los personajes de M&M’s en tamaño gigante te saludaban desde cada esquina, recordándote que el consumismo podía ser divertido y azucarado. Salías de allí con una bolsa llena y la sensación de que el próximo dentista te haría preguntas incómodas.
El Hotel Luxor en Las Vegas
¿Por qué conformarse con un edificio normal cuando puedes tener una pirámide de vidrio con una luz tan potente que se ve desde el espacio? Entrar al Luxor era como teletransportarse al Antiguo Egipto, si los faraones hubieran tenido acceso a casinos y bufés libres. Los ascensores inclinados te llevaban a habitaciones temáticas mientras te preguntabas si todo ese espectáculo era realmente necesario. Pero, hey, estabas en Las Vegas, donde el exceso es la norma.
Una Despedida Sarcásticamente Cariñosa
Hoy, estos edificios son como esos viejos amigos de la escuela secundaria: los recordamos con cariño, pero no necesariamente queremos revivir esos momentos. Nos reímos de su extravagancia y nos preguntamos en qué estábamos pensando. Pero también sabemos que, sin ellos, nuestra historia urbana sería mucho más aburrida.
Quizás desaparecieron porque el mundo cambió, o tal vez porque finalmente entendimos que menos es más. Pero durante un breve y brillante momento, nos permitieron soñar en grande y vivir en un mundo donde los edificios podían ser tan emocionantes como las aventuras que imaginábamos de niños.
Así que, aquí estamos, recordando con nostalgia y una buena dosis de sarcasmo esa época dorada de la arquitectura comercial exagerada. Quién sabe, tal vez algún día vuelva a ponerse de moda. Y cuando eso suceda, estaremos listos para sacudir la cabeza, sonreír y decir: “Ah, los buenos viejos tiempos han regresado”.
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